Notas

Gestión Curricular en tiempos de Covid-19

Uno de los desafíos que se ha generado en este período de educación a distancia en el marco de la suspensión de las clases presenciales, es qué tanta profundidad se alcanzará en los aprendizajes señalados por el currículum nacional; levantándose distintas respuestas para la planificación y diseño de experiencias de aprendizaje y su implementación en entornos virtuales. Atendiendo a la naturaleza dinámica del currículum nacional y sus componentes, se presenta a continuación una serie de sugerencias para hacer de los procesos educativos a distancia una oportunidad para poner a los y las estudiantes al centro del aprendizaje, integrando saberes, campos disciplinares y los distintos ámbitos de la labor docente, fundamental en este proceso de generación de aprendizajes de calidad en tiempos de pandemia

Recomendaciones para la gestión curricular en tiempos de Covid-19

  1. Tomar conocimiento de la situación de los estudiantes: Para que la escuela pueda reorganizarse y diseñar una estrategia pedagógica contextualizada y pertinente en este escenario, es indispensable que las y los docentes tomen contacto con sus estudiantes para conocer su contexto, indagar sobre cómo se encuentran en términos de salud y emocionalmente junto a sus familias en esta crisis. Esto permite establecer un vínculo con los estudiantes que da confianza y una sensación de valoración, clave en toda relación pedagógica.
  2. Acompañar a las familias:Sobre todo en estos tiempos, es importante resguardar a las familias de mayores presiones y estrés. El rol de un padre, madre o adulto responsable en las experiencias de aprendizaje que se sugieren, no implica ser un “segundo profesor”, sino que recomendamos que las experiencias promuevan la mayor autonomía de los estudiantes posible, siendo el adulto el responsable de generar las condiciones y el ambiente que permita desarrollar dichas experiencias. Puede ser útil promover rutinas diarias que sean abordables y sencillas para las familias, facilitando el trabajo autorregulado, y orientarlas para disponer de espacios que permitan el desarrollo de aprendizajes. 3. Apuntar al aprendizaje profundo: Aunque el aprendizaje profundo es algo que perseguimos siempre, este escenario, en que nos encontramos fuera de las salas de clase, releva aún más la necesidad de identificar lo fundamental y contar con experiencias de aprendizaje significativas, auténticas y con protagonismo del estudiante. De esta forma, recomendamos considerar lo siguiente a la hora de diseñar experiencias de aprendizaje:
  3. Autenticidad desde la cotidianeidad: En este escenario de promoción del distanciamiento social y quedarse en casa, las experiencias a las que se pueden echar mano son aquellas que encuentran los y las estudiantes en sus hogares, con sus familias, y las que se abren con los niveles de conectividad que pudiesen tener (que serán muy disímiles en calidad de conexión y habilidades de manejo de TICs). La invitación, entonces, es a diseñar experiencias auténticas -es decir, en situaciones de la vida real o simulada, personal, social, cívica o laboral, donde se ponen en juego esos 4 aprendizajes- que permitan a los estudiantes encontrar la relevancia de lo que aprenden desde los contextos a los que tienen acceso.
  4. Diseñar desde y para las y los estudiantes: Conectar las experiencias de aprendizaje con los conocimientos, valoraciones, ideas y juicios que pudieran tener los niños, niñas y jóvenes. En la misma línea, será fundamental que estas experiencias den cabida a la posibilidad de elegir, variar o personalizar ciertos componentes, de manera de dar mayor protagonismo y relevancia al estudiantado en su proceso de aprendizaje.
  5. Fomentar la mayor autonomía posible: Es ideal que las experiencias de aprendizaje no sólo estimulen la autonomía y el desarrollo de habilidades de autorregulación del estudiante, sino que la requieran: si bien el grado de independencia dependerá de su etapa de desarrollo (o rango etario), las actividades deben considerar que cada estudiante desarrolle la mayor autogestión posible, para lo que deben ser sencillas y autoexplicativas.
  6. Distinguir lo esencial del currículum: La crisis es una oportunidad para que las y los docentes puedan mirar el currículum desde sus propósitos formativos más allá de cada Objetivo de Aprendizaje en particular, identificando aquellos énfasis y elementos centrales de lo que han de aprender los estudiantes. Para esto sugerimos:
  7. Orientar el trabajo de las asignaturas a través de una lectura curricular que profundice en el enfoque y los propósitos formativos, y a partir de ahí defina metas de comprensión profunda, identificando lo medular de cada asignatura.
  8. Definir una estrategia de gestión pedagógica que permita abordar el currículum desde lo disciplinar y/o interdisciplinar. Una de las ventajas de la articulación entre asignaturas(interdisciplina) es que promueve aprendizajes profundos aprovechando experiencias auténticas, lo que, a su vez, permite desarrollar una mayor cantidad de aprendizajes a partir de una menor cantidad de actividades.
  9. Seleccionar las experiencias mínimas necesarias: En tiempos de crisis es fundamental cuidar la salud mental de todas las personas. Para ello, es recomendable el diseño de un número limitado de actividades que asegure 5 aprendizajes fundamentales, evitando la sobrecarga en estudiantes y sus familias, ya que en contextos diversos y posiblemente complejos, podría generarse un efecto contrario al que se espera. Así también se cuidará la sobrecarga de trabajo de las y los docentes.
  10. Monitorear a los y las estudiantes: En un contexto de educación a distancia, cobra mucha mayor relevancia un rol docente que deja de centrarse en la enseñanza directa y se concentra en la facilitación de procesos de aprendizaje de los propios estudiantes; lo que requiere acompañar y monitorear, actividades que requerirán una importante inversión de tiempo de trabajo.

Para facilitar este rol, el siguiente ejemplo muestra cómo se podría generar un sistema de monitoreo que permita un seguimiento regular de los y las estudiantes a nivel grupal e individual:

– La profesora o profesor, si la conectividad y manejo digital lo permiten, se reúne con grupos de tres a cuatro estudiantes, en lapsos de 15 a 20 minutos, distribuidos a lo largo de la semana. Para un grupo de 40 estudiantes, esto sería una inversión de entre 2,5 a 3 horas por semana.

– Llamada telefónica o videollamada a cada estudiante: realizar un monitoreo individual de 10 minutos al mes, supondría alrededor de 1,7 a 2 horas de monitoreo por semana.

– Este proceso de acompañamiento mensual tomaría aproximadamente 5 horas a la semana, es decir, 1 hora al día, distribuyendo el tiempo en conversaciones individuales con los estudiantes (para indagar sobre su estado de salud y emocional, su proceso de aprendizaje en el hogar, hacer alguna retroalimentación individual que considere necesaria, entre otras), y haber hecho monitoreo en grupos cuatro veces a la semana (para retroalimentación grupal, responder dudas, chequear comprensiones fundamentales, entre otras cosas).

Es muy relevante profundizar en la comunicación con el estudiantado: más allá de la retroalimentación de sus tareas o desempeños, prestar atención a sus intereses y necesidades en el contexto, lo mismo que a las relaciones del grupo curso, es fundamental en entornos de aprendizaje virtual, aun cuando pueda parecer breve el tiempo propuesto.

  1. Sugerencia de secuencia metodológica para generar experiencias de aprendizaje:
  2. Comenzar por tomar los propósitos formativos del currículum y/o una lectura de los Objetivos de Aprendizaje y, en un esfuerzo de síntesis, consolidar en dos o tres metas de comprensión, es decir, grandes e importantes inferencias o conclusiones que realizarían las y los estudiantes. Estas comprensiones deberían guiar el desarrollo de las experiencias de aprendizaje en tiempos de aprendizaje a distancia, ser nuestros “nortes” curriculares.
  3. Buscar ideas, teorías, modelos, tensiones, debates, desafíos, situaciones reales, imaginarias o humorísticas, problemas, casos, entre otros contextos posibles, para promover aprendizajes desde lo interdisciplinario.
  4. A partir de estos contextos, buscar una pregunta esencial, interesante, desafiante, “poderosa”, que genere curiosidad y que permita guiar la experiencia de aprendizaje (y articular las asignaturas, si corresponde). De esta, podrán desprenderse algunas otras que permitan guiar el proceso de indagación del estudiante para lograr llegar a esas comprensiones fundamentales y a un desempeño o producto que muestre este aprendizaje.
  5. Vincular las preguntas y los contextos en un desempeño o producto auténtico final, es decir, que ayude al estudiante a comprender la relevancia de los aprendizajes y que esté vinculado a situaciones reales, de la vida social, laboral, personal o cívica. Esto dependerá de la edad de las y los estudiantes y características del contexto, y algunos ejemplos posibles son:
  6. Cocinando con historia, ordenando con lógica: tareas domésticas utilizadas como recursos pedagógicos.
  7. ¿Qué dice la tele? Análisis crítico/comparativo de programas de televisión.

iii. ¿Qué dice la gente? Lectura crítica de Twitter o Instagram.

  1. Nuestro museo de emociones: representación artística (dibujo, caricatura, foto) del estado emocional en estos días.
  2. El álbum de fotos: aplicar nociones de continuidad y cambio a 7 fotografías familiares, de amistades o de país.
  3. La profesión de la semana: ser «abogado/a» y preparar una «mini»-defensa de un caso basado en DDHH; ser botánico/a y encargarse de un minihuerto; ser astrónomo/a y observar y registrar los ciclos de la luna; ser arquitecto/a de su propio hogar y generar el plano de su hogar o crear la casa de sus sueños.

vii. A escribir la crisis: generar producciones literarias (con indagaciones científicas asociadas) tipo «mi cuarentena en 100 palabras», «anti-oda al coronavirus», crítica o final alternativo de cuento/libro/serie, etc.

  1. Diseñar actividades que permitan que el estudiante logre ese desempeño o producto y, en la medida de las posibilidades, impliquen trabajo entre pares. Esto permitirá a las y los estudiantes sentirse acompañados, pensar juntos y aprovechar instancias de co-evaluación (lo que fomenta la colaboración y la metacognición a pesar de las distancias). Así también, puede facilitar el monitoreo por parte del docente.
  2. En el diseño de las actividades, fomentar vínculos con otros y reflexiones personales. Ejemplos: una conversación, pregunta o entrevista breve con familiar, amigo, experto, etc., bitácoras o diarios personales; entre otras posibilidades. Esto es siempre importante pero lo es especialmente en momentos de crisis con distanciamiento social.
  3. Procurar usar el material que los estudiantes ya tienen a mano en sus hogarescomo recursos de aprendizaje. En particular, utilizar los textos escolares ya disponibles como fuentes para la lectura de textos breves, indagar datos, lectura de información, tablas o gráficos, actividades breves, etc.  h. Generar actividades breves y acotadas: es importante considerar que la autorregulación y autonomía en el aprendizaje se desarrolla gradualmente y que en momentos de crisis sanitaria diversas situaciones familiares y sociales pueden estar afectando el bienestar y hábitos de los estudiantes, lo que incluirá en la manera que aborden las actividades propuestas. Dado esto, será mejor siempre pensar en la menor cantidad de carga horaria posible.